martes, 31 de julio de 2007

Ingmar

Que me hiciste bien. Mejor. Que como no resisto las despedidas, lo digo rapidito y en voz baja:
Ojalá estes en Fårö. Con Ingrid. Mirando el mar. Con los ojos llenos de recuerdos de la infancia. Las manos húmedas de demonios que ya están secos. Que no hay más miedos.
Que te quiero. Que cómo se puede querer tanto a alguien que nunca abrazaste? Que en silencio, te abracé.
Que te voy a extrañar hondo.
Que gracias. Gracias. Por tanto. Tanto. Por todo.
(Imagen de Ingmar Bergman)

viernes, 27 de julio de 2007

Cosas por Develar

¿A dónde se van las ideas descartadas? ¿Y los recuerdos de todo todo todo lo que ví alguna vez? ¿A dónde quedan guardados los finales de las películas que ví? ¿Y los bostezos? ¿Y la cadena de bostezos contagiados se termina alguna vez? ¿A dónde se van los moretones? ¿Y el helado derretido despues de ser charquito? ¿A dónde van las canciones que nadie las canta nunca? ¿Y la voz de alguien que no habla? ¿A dónde llega el infinito? ¿Dónde es el momento de "tiempo al tiempo"? ¿Cuándo es "tiempo al tiempo"? ¿Dónde está lo que ves sin ver? ¿Y la gente que no ves por mucho tiempo? ¿La señora que una vez me convidó un caramelo en la verdulería? ¿El colectivero que mandé a lavar los platos? ¿Los impulsos reprimidos? ¿Y los liberados? ¿Y los gritos? ¿A dónde se fueron los juegos que nadie juega más? ¿Y el agua que tomé del mar? ¿La arena que pisé en Santa Teresita? ¿Dónde está el Scorsese de "Quién golpea a mi puerta"? ¿Y los chistes que me sabía de chica? ¿La calle Cangallo? ¿Y Palestina? ¿Los usos que sabía de la calculadora científica? ¿Dónde van los besos? ¿Y las pelusas que no se barren? ¿Y las carcajadas? ¿Los chuchos de frío? ¿Los déjà vus? ¿A dónde esperan los que van a venir? ¿Y los que se van? ¿Dónde es el límite? ¿A dónde va la hora pico cuando se termina? ¿Y los lugares que todavía no conozco? ¿Los sustos que me voy a pegar? ¿Y lo que me voy a reír? ¿Las respuestas a todas las preguntas? ¿A dónde van las ganas de hacer pis cuando se te pasan? ¿Y las preguntas obvias? No pregunto más.

lunes, 16 de julio de 2007

El Amor. Dos Puntos.

Punto 1.
-¿Te gusta nuestra casa?
-Sí: me gusta que estés vos.

Punto 2.
-Te amo.
-¿Hasta dónde?
-Hasta Sánchez de Bustamante.
-Pero..eso es muy cerca..
-Hasta Villa Adelina.
-Pero..
-Infinito.
-..
-Infinito punto rojo.
-Punto rojo.

miércoles, 11 de julio de 2007

Historias Extraordinarias...o casi...

La vez que casi me ataca un león (sí, fe de erratas: era un león). La vez que metí los dedos en el enchufe y salí expulsada hacia el sillón. La vez que metí el dedo en un velador enchufado, sin lamparita. Dije: ¡Ay, me dió un vientito...!. La vez que soñé algo muy feo, mientras sucedía en la realidad. Pero no se cumplió exactamente igual. La vez que soñé que encontraba un objeto perdido, me desperté, y estaba donde lo había soñado. La vez que se me cayó un biombo en la cabeza. Y no me pasó nada. La vez que estaba en el patio jugando a evadir obstaculos con los ojos vendados, y un vidrio cayó de una ventana y me pasó cerquita cerquita. Las apariciones y desapariciones de Osscar y Rina, no? La vez que de tanta fiebre, deliré que le debía botellas de agua a un barco pirata. La vez que probé un bocado (uno sólo, porque no gustapescadoguácala) de una hamburguesa hecha de pescado procesado y licuado, y se me clavó una espina gigante en la amígdala. La vez que encontré una comunidad de hongos en el Ades de naranja. Y ya me había tomado casi todo. Las veces que tuve que adivinar que alguien había muerto, porque, de eso no se habla. La vez que mi tortuga Anónima puso un huevo en soledad. La vez que se suicidó un pajarito en el patio. Que en todos mis cumpleaños, pero todos, todos, llueve. Igual que el día que nací. Que durante años, los 4 de enero me daba insomnio. La vez que pensaron que yo era otra persona. Y no me creían que yo era yo. Y otra vez también. Parece que hay una Valeria y una Lucrecia, con las que nos parecemos mucho. La vez que me reí tanto que me hice pis. Haber ido al analista a los tres años, es un poco una historia extraordinaria, también. Y la vez que apareció un gatito abajo de mi cama, una mañana? Y había pasado toda la noche ahí. No sé quien de los dos se asustó más al vernos las caras. Yo pensaba que era Anónima la intrusa. Bueno, lo de historias y lo de extraordinarias, es un gustito nomás. Que es mucho decir. Hay más, muchas, pero algunas me dan verguenza. O más verguenza que estas. Que al fin y al cabo dije que me hice pis encima y que más de una vez tropecé con la misma piedra de la corriente eléctrica. Suficiente.
Imagen: "Un Perro Andaluz", Buñuel

martes, 10 de julio de 2007

un secreto

Bajito.
Osscar se fue... ó se recostó un ratito y se quedó dormido... pero no lo veo...
...¿Alguien anduvo haciendo magia?...
...Gracias...

martes, 3 de julio de 2007

Miedo

Al que cuidaba la plaza. Al que revoleaba la sortija, las vueltas que no me dejaba atraparla. Miedo a los perros grandes. Y a los chiquitos. Y a los tigres, que una vez casi me agarra uno, pero me salvó mi papá. Historia aparte. Miedo a los payasos que se acercaban mucho de golpe. Miedo a las embarazadas y su misterio oculto. Miedo a ahogarme cuando me ponían o sacaban un pullover por la cabeza. A quedarme dormida en un colectivo y ser olvidada sin querer o abandonada a propósito. Miedo a no hacer pie y tragar agua con pis de las piletas. Miedo a los grandes que daban besos que mojaban la cara. A la maestra del jardín que me sacaba afuera todos los días, hasta que la sacaron afuera a ella. Miedo a algunas publicidades televisivas de bancos. A Juan Carlos Calabró en el sketch del vampiro. Miedo a que me burlen. Miedo a los fotógrafos escolares que siempre querían que me riera. Miedo a que me tiraran del pelo al peinarme y a perder los rulos. A que hubiera alguien detrás de la cortina de baño. A que me corten las uñas. Miedo a la oscuridad. Y más, a la oscuridad del subte. Miedo a comprarme zapatos nuevos. A las peleas, discusiones o cualquier acto de violencia. Miedo a encender un fósforo y perder la mano. Al palito con el que el doctor me revisaba la garganta. Miedo tremendo al Hospital de Niños. Y a los estreptococos que hacen las caries. A la dimensión desconocida donde todo se volvía pesado con la fiebre muy alta. A que me corten el pelo y no parecerme a mí. A los ladrones.
Algunos siguen igual. Siguen ahí. Todavía no les avisé que se podían ir. Otros cambiaron. Otros vinieron nuevitos, de estreno, pero con la misma sensación. Otros se lavaron la cara, golpearon de nuevo y pasaron.
Algunos cuidadores me siguen dando miedo. Los payasos se me volvieron tan tan amables, de amor. El misterio de las embarazadas es otro y no me da miedo. No tanto. Miedo a ponerme tantos pulloveres, que me pierda. O me ahogue. Miedo a los bancos, con o sin publicidades. Y también, con el mismo espanto, a todos los Calabró.



domingo, 1 de julio de 2007

Osscar y Rina

Son mis logros hipocondríacos preferidos.
Osscar y mi muñeca. Inseparables. Insuperables. Se cuentan secretos sobre mí. Osscar sentado debajo de ella. En cuclillas. Hecho bolita. Osscar es un grito ahogado. Un impulso de salir corriendo, atajado. Un nudo en la garganta que se me fue por el brazo. Una duda que no resuelvo. El puntito de un signo de interrogación. Osscar es la hora en punto de cuando llegué tarde. Osscar es una O. La O de nO. Osscar tiene dentro, peces de colores. Paces de colores. Osscar y yo, hicimos las paces. Osscar y su queja que finalmente a tiempo, supe oir. Mi muñeca sin tiempos, que se sacó el reloj. Que se puso un médano, una colina en mi mano. Que espera juncos y bambúes.
Rina roja de verguenza. Rina y su pedido desesperado. Que como no te das cuenta!? Rina apareció de golpe. Incontinentemente abrupta. El año de Osscar y Rina. Rina se paró en un banquito. En la punta de mi nariz. Y con pañuelos de colores desatados me hacía señas en el espejo. Rina redondarojaygrande. Que si la miro me pongo bizca. Rina que duele, que ardés de deseos. Que qué me ibas a decir? Que si le pregunto algo, me contesta gritando susurros. Rina en las salas de espera. Que se pinta los labios para las fotos. Rina es un caso de libro. Rina que me mandó cartas. Señales de humo. De aire puro. Que tapó con frazada a mi nariz para que soñara. Que entonces, se fue. Un día. El día que me puse una nariz redondarojaygrande. Que dijo Misión cumplida. Y se llevó el banquito.
La memoria del cuerpo que recuerda huellas sigilosas de aquellos que pasan a visitar y a contarte lo que todavía no sabés saber.